sábado, 8 de diciembre de 2012

Y con ustedes: Zenaida, su amiga... pobre pero honrada.


Queridas compañeras fanáticas de AVON y trabajadoras como yo: Mi Dios y la Virgen de Guadalupe me las guarde de todo mal y peligro y me las colme de muchas bendiciones y de buenos maridos…

Como podrán notar, este saludo fraternal y lleno de cariño no proviene de la bilis ponzoñosa y llena de bótox de doña Finita, quien en estos momentos se encuentra en su baño anual de champaña Belle Epoque de Perrier-Jouet, para alargar su vida un año más; y quien por razones etílicas y de curaciones de venéreas producidas por relaciones lésbicas con Lindsay Lohan la han hecho olvidar de su deber de escribir en este blog que el Papa Benedicto XVI ha catalogado como próximo para la excomunión.

Pero antes de continuar con mi sabiduría chibcha, implícita en estas letras humildes, déjenme presentarme: Mi nombre es Zenaida Gratulina Ocoró Chicué, mejor conocida como “La Vieja Zenais” y quien por
razones de la vida y de la trata de blancas cayó en las garras de la arpía de doña Finita. (Quien me ha obligado durante 70 años a trabajar en las mazmorras pútridas de su mansión puliendo premios Grammy que compró en los 90 a Milli Vanilli y de los que ahora le da vergüenza pero no quiere deshacerse).
La historia de mi vida es triste, como la de todo pobre: Nací en un pueblito escondido de Bolivia, donde mi madre me dio a luz gracias a la ayuda de una llama domesticada que ayudó a mascar mi cordón umbilical. Durante años fui alimentada a punta de leche de zarigüeya y mico asado. Luego, en una situación deplorable, cuando tenía tres años, mi madre me cambió por tres libras de arroz y una caja de bizcochos a un argentino que me adoptó como hija suya. El susodicho me trató muy bien, no debo negarlo, incluso me enseñó a leer y a escribir… y a disparar fusil porque era un guerrillero muy poco conocido a quien lo llamaban “El Ché”…

Años más tarde y después de haber tenido tres abortos a los 14 años y haber sobrevivido a una tribu de salvajes hinchas del América, en un Puerto de Nicaragua una señora muy prestante y elegante me contrató para ser parte de su servicio doméstico… (En realidad me compró por tres cigarrillos kool y una guanábana a un proxeneta tuerto llamado Eufrigio) La verdad doña Finita fue muy amable porque al inicio me había comprado como alimento para sus cocodrilos (amantes de la carne humana) los cuales serían engordados y posteriormente sacrificados para hacer una colección exclusiva de billetreras LV…Pero grande fue mi suerte cuando la millonaria dama me dejó vivir simplemente porque yo le recordaba a una perrita chihuahueña que tuvo cuando era niña en las épocas en las que jugaba “tiro con narco” en Ciudad Juárez. (Los “blancos”, por -así decirlo-, eran inmigrantes salvadoreños)…

Ahora ustedes se preguntarán cómo hice para entrar a este blog sin haber fallecido, y sobretodo cómo es que tengo de grandes los ovarios para arriesgarme a escribir en el mismo. Bueno, les contaré: Resulta que una noche, cuando doña Finita se disponía a hacerse la mascarilla a base de prepucio de neonato, accidentalmente, y víctima de los barbitúricos, dejó abierta la página con contraseña, la cual, hábilmente, copié de memoria… ahora, como ella sabe que no me puede despedir y mucho menos asesinar (porque soy la única persona en el mundo que es capaz de conseguirle semen de pato para las bolsas de los ojos) puedo darme el lujo de escribir mis pensamientos en este pecaminoso blog y dormir tranquila…

Lo bueno es que en estos momentos doña Finita no sabe nada, pues la dosis de Prozac inyectable la pone "mancita", pero apenas se entere yo sé que se armará señor show, el cual por supuesto grabaré y enviaré a los paparazzis sin alma de TMZ y El Lavadero del canal RCN…

No siendo más, seguiré con mi labor de sacar el vómito en la alfombra de Lady Gaga que se quedó anoche en la Mansión y de ponerles pomada número 4 a sus bailarines en el culo a quienes la artista sadomasoquista del pene escondido martiriza noche tras noche con palos y otros objetos fálicos…

Que la Virgen Morena de Monserrate las proteja y las llene de harta lechona en estas fiestas….

No siendo más se despide Zenaida,

Besitos….

PD: Por favor, la amiga que sepa cómo fue el final de la Traicionera me cuenta, es que esa noche no pude verla porque me tocó buscar sangre de unicornio para Madonna que vino de visita…


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