viernes, 10 de agosto de 2012

Maricaditas olímpicas.


¡Wooooh, Finita, Woooh!

¡Volví niñas! Estuve en un emocionante viaje por el Amazonas colombiano ¡Recomendadísimo! Yo iba de vestida de safari, pura piel de leopardo, un abrigo de osos bebés y tacón aguja de 15 centímetros de piel de boa, todo para encajar en la ambientación de esa selva tropical ¿Es tropical, verdad? Si no lo es, no me importa. Si se me da la gana la puedo convertir en lo que yo quiera, hasta en un glaciar. Fue muy interesante porque llegamos e inmediatamente nos recibió un grupo de caníbales hambrientos a los cuales les di a la sirvienta como ofrenda de paz y les aclaré que tenía el clítoris intacto por si querían mutilarla y hacerse un caldito de menudencias. Era costarricense y ya saben como sudan las latinas, así que tenía una sazón natural. La mismísima jefa de la tribu nos sirvió de guía, no recuerdo cuál era su nombre, por lo que la llamé Rigoberta Menchú. Vi insectos que en
mi vida había contemplado, todos diminutos y venenosos, escorpiones roca, arañas argiope y a Pirry.  El problema es que al regresar el avión no quería arrancar, por lo que entré en pánico y me sugestioné un poco. Pero es que niñas, entiéndanme, no puedo estar vistiendo hojas de plátano y comiendo gusanos y yuca mientras canto Hakuna Matata y aprendo a afilarme los dientes para poder ingerir carne de gringos mochileros que no se han bañado en tres días. En fin, la cosa es que del susto empecé a buscar negros para fundirlos y poder usarlos como combustible. Curiosamente el avión no arrancaba porque una de mis exclusivas pieles se había enredado en un motor, yo propuse destruir el traste ese y hacer señales de humo para que me recogieran, es decir, no iba a dañar un abrigo de plumas de pavo real, pero al final me convencieron de que no era lo más conveniente, además que los indios ya se habían acabado a la sirvienta y estaba llegando la hora de las onces y no tenía más latinos que ofrecer en el momento. De todas maneras les recomiendo que hagan el viaje, por supuesto sé que lo hago en vano porque ustedes sólo tienen dinero para viajar en clase ejecutiva de alguna línea de autobuses y se sorprenden porque estos tienen televisor y baño. Sus pobres vidas me dan tristeza, en serio.

Cambiando de tema; veo que todos están muy emocionados con eso de los olímpicos. Colombia hasta el momento ha ganado una medalla de plata por Halterofilia obtenida por Oscar Figueroa; Cosa que no me sorprende. ¿Han visto ustedes a esos negros alzando ladrillos para construir edificios? Es completamente normal que un morocho tenga tanta fuerza para levantar peso, si en lugar de entrenador deberían tener contratistas, como todos son obreros.  Y por supuesto recordamos a María Isabel Urrutia, que obtuvo la primera medalla de oro y que fue precisamente en este deporte.  Dicen las malas lenguas que la medalla ya no existe, aparentemente la fundió en la misma olla en la que preparaban el manjar blanco y con esa platica se compró unos coroticos decentes para las fotos de las pancartas cuando se lanzó a la alcaldía de Cali.
Una Medalla de plata para Catherine Ibarguën en atletismo. También es negra, qué coincidencia. Por favor ¿No los han visto corriendo detrás de una gallina o volándose de la policía cuando raponean un bolso? Antes me sorprende que no haya ganado medalla de oro y de una vez la hubieran condecorado con la de los olímpicos en Brasil para el 2016. Lo que pasa es que esa raza es muy perezosa y todo lo hacen a medias, es de esperar. La Urrutia ganó oro porque sabía que con esa medallita comía unos cuantos días, o sino también se hubiera echado a los laureles y ganado alguna medalla de bronce que le da lo mismo que robar cables telefónicos para sacarles el cobre.
Jackeline Rentería ganó medalla de bronce por lucha y ya lo había hecho los olímpicos del 2008 en Pekín y pues es normal porque sólo tienen que tirar un pedazo de pan en medio de esos muertos de hambre para que vean como vuelan dientes, puños y patadas mientras que todos aclaman a Dios. Por supuesto hay otras medallas, pero no voy a nombrarlas a todas porque la mayoría, como ya saben, fueron ganadas por negritos y no quiero sonar repetitiva mencionándolos una y otra vez, además que me da como un poquito de fastidio. Ustedes saben que yo negro, ni el teléfono.
Por último sabemos que una muchacha llamada Mariana Pajón (sus amigos de cariño le dicen Masturbación) ganó la segunda medalla de oro para Colombia y para sorpresa de muchos, como también lo fue mía, es blanca. La categoría fue BMX, que para los que no saben, es como montar bicicleta en la 26. Los deportistas practican en construcciones del Transmillenio.
De todas maneras por cruel que pueda sonar este escrito, quiero felicitar a todos los ganadores y alentarlos a vender sus medallas en la Platería Ramirez o empeñarlas en las Joyerías Diana y así poderse alimentar bien.
Me quedé un poco atónita es con las constantes noticias de que cada día un deportista más sale del closet. No es nada raro, tantos hombres juntos y en lycras simplemente lleva a la lujuria y el pecado. En lugar de haber hecho los olímpicos en Londres, Hubieran podidos escoger Castro o Chueca. Los concursantes se hubieran sentido más a gusto con esta locación. “Olimpiadas (gay) 2012: Chueca”  Los aratos tendrían los colores del arco-iris y en lugar de llama olímpica, tendrían el bastón luminosos de lady GaGa.
¡Ay! Hubiera sido entretenido ver a los participantes de “Coreografía de Vogue sincronizada” Pero tendremos que esperar antes de ver a un grupo de mariquitas cantando “Born This Way” como su himno y hacer un “lipsynch for your life”

Por el momento me despido mis queridos amantes de Protagonistas de Nuestra Tele, no sin antes desearle lo mejor al alcalde Gustavo Petro. Todos los viciosos de la ciudad están al pendiente de su mejoría y ya está programada una “Fumata por Petro” que se llevará a cabo en la universidad Nacional a las 10PM y en donde todos levantarán sus porros de marihuana encendidos a las estrellas y luego se los fumarán y creerán que son astronautas.

Hijas de la lujuria, me despido. No las quiero.

Jamás suya, ni siquiera en fantasías.

Finita Ludwig de McPherson.

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